El viaje
Viajé a la vida y en cuarenta pisadas estaba en brazos del ocaso.
Viajé a la vida y en cuarenta pisadas estaba en brazos del ocaso.
Mientras ella, a la alborada, escondía su plateado cuerno, él, a lo lejos, asomó su tembloroso cráneo amarillento.
Un gusano lento y suave que avanza en una primavera despierta del letargo. Exhibo mis colores al sol ya soy…