La semana pasada, me he pillado un secador de pelo muy guapo, y siempre después de ducharme me seco con él y me deja el cabello como la seda. Estoy alucinado con el nuevo electrodoméstico que he adquirido.

De repente el otro día fui a bañarme, como todas las mañanas, y el maldito trasto no funcionaba. “¡si andaba de maravilla!”, no sé qué le pasaba. “Si iba de cine y encima me le vendieron nuevo. Le tendré que devolver a la tienda donde le he adquirido, porque tiene garantía de dos años.”

Fui al comercio donde me le despacharon. El tendero lo probó e iba estupendamente. “Pues tendré mal la conexión, pero tampoco en la anterior madrugada tenía corriente, no sé era brujería”, bueno le volví a llevar al hogar.

Al despertarme del lecho, fui al lavabo y me impresionó, vi una nota pegada con celo en el espejo y la leí, ponía que el artilugio estaba en ‘huelga’ y que estaba harto de que le molestara, que de tanto usarle le iba a quemar. “Yo me partía el alma de risa.” No daba crédito a lo que estaba pasando. Todavía estaba soñando en mi cama, “por lo visto también estos cachivaches tienen sentimientos”. “Igual este no me entendía o me estaba volviendo tarumba. Ya me dolían los costados de tanta carcajada. Bueno basta ya de la gracia, hoy no voy a remojarme, esperaré a que esto se calme, las máquinas al fin al cabo son como seres humanos.”