Siempre atrajo mi atención el proverbio latino “Verba volant, scripta
manent”. En él se prioriza la palabra escrita y se afirma su permanencia. Yo,
sin embargo, prefiero que las palabras vuelen libres, que cambien y muten en el
aire que las transporta sin sujetarse al yugo de la grafía, como fueron en su
origen. ¿Algo más evocador que las palabras de los primeros juglares narrando,
contando historias, en los oscuros tiempos en que las gentes no sabían leer? Aquellas
palabras que el viento dispersaba llevaban en sus alas multiformes alegrías y
penas, disgustos y amores; llevaban la vida, cambiante, como ellas mismas.
Paulino Carasa del Campo
Abandono
Me sube hasta la frente el abandono
que derrota mi ser en el declive
de tus pasos. Todo se circunscribe,
se reduce, a tu fuga y a mi encono.
La furia y desespero es el abono
de mi tierra. Si ya nada pervive,
si tu tiempo acaba y tu luz se inhibe,
si tienes que bajarte de mi trono
deja, al menos, la duda de una espera,
la promesa imposible de una brisa
que alivie los ardores de mi cielo…
Me aferro ciegamente a la quimera,
al eco inconfundible de tu risa
por no sentir de golpe el desconsuelo.
Fantasmas
Yo no sé qué mano vengativa
desata los mastines de la rabia,
quién dispara las flechas infinitas
que me ocultan el sol de las miradas.
Desconozco el enemigo que me ataca
cuando asciendo,
cuando casi toco con mis labios
los frescos manantiales de las cumbres.
Sin embargo
presiento en cada esquina de mi aliento,
en cada rincón de mi dolor,
un tropel tormentoso de fantasmas.
Y me devoro a mí mismo
buceando en mi sangre,
buscando en los recodos de mi carne
las huellas de su envidia.
Pero…
no encuentro nada en la inmensidad de mis ansias;
y se queda mi odio,
como petrificado a la orilla de mis dientes,
sin objeto definido en quien saciarse.
Abatimiento
Estoy aquí abatido, abandonado
a las viejas locuras de mi mente,
cautivo y prisionero de un ingente
cargamento de dudas, desbordado
por el rayo de mis sombras, atado
al carro de mi angustia fieramente,
quebradas mis defensas de repente,
caído en el camino, echado a un lado.
¿Cómo evitar que todo se despeñe
y se termine todo en un momento
entre las duras garras de la tierra?
Jamás podré surgir, aunque me empeñe,
sin encontrar la causa, el elemento,
que impulsa los demonios de esta guerra.