Reportaje sobre el taller de pintura y bordado
Un grupo de mujeres asisten varios días a la semana a las clases no lectivas que ofrece el Centro Público de Educación de Personas Adultas Caligrama, situado en el barrio de la Inmobiliaria en Torrelavega. Hacia las once de la mañana me dirigí al centro Caligrama con la intención de conocer un poco la actividad de pintura en tela, que varias alumnas llevan a cabo. Las encontré concentradas en la tarea de pintar, tanto que sentí por un momento que con mi incursión rompería una parte de su tiempo.
Afortunadamente me recibieron encantadas y con agrado me mostraron sus trabajos. Con efusión me contaron lo que habían hecho durante el curso: “dos cojines”, decía una, “una camiseta para mis nietos”, respondía otra, “una bolsa para el pan”, escuché al fondo. Sin olvidar, por supuesto, a quienes habían hecho un mantel o aquella otra mujer que había pintado regalos para toda la familia. Todas llegaban a la misma conclusión: unas habían podido hacer más y otras menos, pero todas estaban muy satisfechas con acudir a esa clase. Algunas de ellas se quedan con sus creaciones y otras, las menos, habían regalado sus trabajos. La duración de los trabajos era variable, había algunos que les habían llevado, incluso, veinte días terminarlos.
Me contaron también que apenas habían tenido problemas por culpa del Covid; es decir, el curso se había desarrollado con total normalidad. A muchas de ellas también les gustaba mucho el bordado. Habían disfrutado con ambas disciplinas a lo largo del curso, pues les servía como evasión, se relajan y se despejan mucho mientras pintan y bordan. El sentir de la clase, llegado el fin de curso, es el mismo: ¡Es una experiencia muy positiva y están deseando repetir el año que viene!
Soco Revuelta