De cómo llegué a ser pincha discos en un maravilloso rincón de Ibiza. Todo empezó aquel día no tan lejano, cuando mi familia me empujó con la fuerza de sus picos unidos, ladera abajo. En menos de lo que se hace cuac cuac, mi cuerpo y su grácil cuello, aterrizaron en lo que luego supe era una playa.

Había más agua que en el estanque donde nací y necesitaba dar un trago para pasar el susto. ¡Puag! Sabía fatal.  Me aventuré entonces por una pendiente y no sin dificultad, llegué arriba; me quedé quieto. Todo era nuevo para mí, seres extraños que no paraban de moverse y hacer ruido aunque en nada se parecía al cuac cuac.

Ya estaba esperando un empujón cuando de repente todos desaparecieron. 

Al poco, volvieron con comida y agua dejándolo cerca de mí. 

Se quedaron a mi lado, sobre todo los seres que eran más bajitos y que no paraban de mover sus grandes patas; entendí que querían que yo hiciera lo mismo, así que se pusieron muy contentos cuando corrí detrás de ellos. 

¿Sería esto la felicidad?  Los miraba asombrado pues siendo tan diferentes, me querían a su lado. No me rechazaban por mi belleza. 

Recordé mi primer día de vida cuando al salir del cascarón, mi madre se enfadó tanto. ¡Cómo era posible tanta belleza! 

Había que actuar rápidamente, dijo. Las otras familias del estanque no podían verme, su prestigio quedaría en entredicho. Por consiguiente, tomaron una decisión y haciendo un círculo a mi alrededor, me fueron conduciendo hasta la ladera de infausto recuerdo. Lo que después aconteció, ya lo sabéis. 

¡Ah!… Lo de ser pincha discos:

Resulta que, al ponerse el sol, los niños y sus papás me llevaron con ellos. Íbamos todos apretujados, en el coche, decían ellos. Hubo muchos viajes después de ese día y lo que más recuerdo es un sonido que nunca faltaba, música. 

Acabó por gustarme, tanto, que Salva, el más pequeño me llevaba siempre con él cuando de jovenzuelo pinchaba discos los fines de semana en el chiringuito de la playa donde me encontraron. 

Fue así como un buen día, le pareció que con mi pico yo también podría pinchar. Dicho y hecho. Me hice famoso en la isla siendo muy aplaudidas mis sesiones. 

Tengo una duda, una maravillosa duda:

¿Lo hago bien o solo sienten mucho amor por mí?

Mª Cruz García Vélez.